Música regional patagónica.

Flyer de Patagónicos
El flyer que ilustra esta nota salió en julio de 2014. Era la presencia patagónica en Buenos Aires luego de muchos años, lejos de las últimas actuaciones de Hugo Gimenez Agüero. En estos días volvimos a Buenos Aires con La Chuza (más acústicos y sin Eduardo Paillacán). Vinimos invitados por el Sindicato Argentino de Músicos, a su espacio “El Desalmadero”. Es decir, han transcurrido cuatro años.
La música de nuestra región quedó afuera de la explosión folklórica de los años ’50 que se estableció sobre la base de chacarera, zamba, gato y otros movimientos. Es lo que llamamos “folklore tradicional”. Los pianos en los salones de las escuelas eran para enseñar esa parte importante de la música del país, pero la currícula no iba más allá (salvo, tal vez, el carnavalito).
Las radios AM instaladas a lo largo y a lo ancho de la Argentina, distribuían lo que estaba grabado por la industria discográfica. Y la industria había elegido el mismo segmento. La tonada, la milonga (por ejemplo) no alcanzaron ese nivel.
Apareció luego el chamamé, y entonces sí la potencia de la voz de las misiones, la catarata, se hizo escuchar en ese firmamento restringido.

Recién a mediados de la década del ’60 Marcelo Berbel y Abelardo Epuyén (los padres de nuestra música) registraron sus primeras canciones en Sadaic, aunque ya venían componiendo con fines de difusión desde mucho antes. Hugo Gimenez Agüero trajinó a lo largo y a lo ancho del país, estuvo en los horarios centrales de Cosquín fiel al kaani y la chorrillera.
La Patagonia no tiene nada como la chacarera, el chamamé o el tango; pero, la música regional patagónica es un corpus sólido con un gran repertorio grabado con diversas concepciones de música regional.
Tuve que grabar tres discos para explicar mi ponencia de que la música regional patagónica se nutre de tres afluentes principales: los golpes ancestrales, las piezas bailables que vinieron escondidas en el fuelle del acordeón y, la milonga. Todos los géneros tienen influencias. El río Chubut recolecta todos los ríos y arroyos en su largo viaje del oeste hacia el mar. Cuando desemboca en el mar es la síntesis de todas las aguas.
O como dice Eduardo Paillacán: “El viento arrea de todo”.
Quizá si esta música hoy sumergida, tuviera un tratamiento parecido al que se le dio a esa rama del folklore ya citada, si las radios difundieran lo grabado, si las áreas de cultura provinciales y municipales la promovieran; si parte de lo gastado en contrataciones superestelares (a veces millón de dólares) se destinara a la canción patagónica, quizá, pienso, lograríamos visibilizarla.
Los artistas patagónicos que graban y cantan música regional son un ejemplo de lucha y coraje, nunca aflojan. Crean eventos, caminan, conversan, se reúnen, se autogesionan.
Los actores están preparados para salir a escena. Pero, ellos mismos tienen que crear los escenarios.